Soy lo que soy gracias a lo que me pasó
Fotos: La Bifocal
Carla fue diagnosticada con Osteosarcoma cuando tenía 11 años. Transitó el tratamiento lejos de su lugar de origen. A sus 36 años, nos relata cuáles fueron las marcas que le ha dejado el paso por la enfermedad y cómo hizo para aprender a vivir con ellas.
Cuando me diagnosticaron Osteosarcoma tenía 11 años y vivía en Santiago del Estero. En cuestión de una semana tuve que viajar a Buenos Aires para hacerme una cirugía. Era toda la información con la que contaba. En una semana estaba en otra provincia, sin mis amigos, sin mis actividades y sin mi vida tal como yo la conocía. En ese momento me acompañaron mi mamá y mi hermana de 6 años. Yo pensaba: “me hago una cirugía y listo. Me vuelvo a mi casa”. Y no, cuando el tiempo fue pasando, me di cuenta que se iba a seguir extendiendo. Finalmente, nos terminamos quedando un año. Esto me marcó por completo porque significó un cambio total en mi vida.
Vivía de una manera y en una semana tuve que cambiar todo. Cuando volví a mi casa, volví siendo otra. No era la misma que me había ido. Me había cambiado mucho el tratamiento. Había tenido que aprender a tomar decisiones todo el tiempo. De hecho ahora siento que todo eso fue una fortaleza.
Cuando terminé el tratamiento me dejaron viajar a mi provincia una semana. Me hacía los controles sola. Era adolescente, todavía no estaba preparada para hacer todo lo que hice, pero lo hice. Haber pasado por esto siendo tan chica fue una marca para toda la vida.
Otro recuerdo que tengo de esa etapa es que me cuidaban mucho. Eso me pasó sobre todo durante la escuela secundaria. Era tanto el cuidado que yo me sentía apartada de mi grupo. Eso no me hacía sentir bien. Por eso decidí cambiar a la escuela nocturna. Me sentía mejor con gente adulta que con chicos de mi edad. Me costaba socializar con los de mi edad. Todo cambió cuando empecé a entrar en contacto con otros jóvenes curados que coordinaba la Fundación Natalí Dafne Flexer, el grupo Generación Vida. Con ellos logré encontrar un gran grupo de apoyo porque nos pasaban las mismas cosas y podíamos hablar el mismo idioma. Hoy sigo siendo muy amiga de ellos.
En aquel momento también tuve que trabajar porque la situación económica en mi casa no era buena. Tenía 16 años y trabajaba de camarera con una prótesis. Me exigía demasiado. Hoy puedo ver todo esta experiencia desde un lado positivo. Soy lo que soy gracias a lo que me pasó. Trato de no verlo como algo negativo, sino como un aprendizaje. Eso es lo que me lleva a seguir adelante. Hoy vendo indumentaria masculina y me está yendo bien. Aparte de mi emprendimiento, entreno gimnasia funcional porque me hace bien a la prótesis y también a mí, para que no me estrese tanto.
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