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Cáncer de Tiroides

El cáncer tiroideo es una enfermedad en la cual células malignas se forman a partir de la glándula tiroides. La glándula tiroides es una glándula que se ubica en la parte anterior del cuello y regula (mediante la producción de hormonas) funciones importantes del metabolismo de nuestro cuerpo como el control de la temperatura, el control de la frecuencia cardíaca, el control del calcio en sangre y cuán rápido la comida se transforma en energía: metabolismo.

En la glándula tiroides se pueden formar nódulos, que son masas palpables o visibles en estudios por imágenes.

Estos nódulos pueden ser:

  • Adenomas: no son malignos (es decir, no son cáncer), aunque pueden muy raramente transformarse en cáncer y diseminarse a los ganglios linfáticos del cuello o los pulmones. Los adenomas pueden crecer hasta ser de gran tamaño y generar síntomas graves.
  • Carcinomas: son nódulos formados por células malignas (cáncer).

Existen tres tipos descriptos en niños:

  • Papilar: es el tipo más común de cáncer tiroideo en la edad pediátrica (especialmente en adolescentes). Generalmente se disemina a los ganglios linfáticos del cuello o los pulmones. La posibilidad de recuperación de esta enfermedad es, en general, muy buena.
  • Folicular: generalmente está formado por un solo nódulo. Puede diseminarse a los huesos y los pulmones, pero raramente a los ganglios linfáticos del cuello. El pronóstico es en general muy bueno.
  • Medular: ocurre principalmente en niños menores de 4 años y generalmente ya está diseminado a otras partes del cuerpo al momento del diagnóstico. Se asocia con mutaciones hereditarias (pasada de padres a hijos/as) del gen RET y al síndrome de neoplasias endócrinas múltiples tipo II (NEM II). Los niños con síndrome NEM II están en riesgo de desarrollar otros tipos de cáncer como feocromocitoma u otras enfermedades endocrinológicas como hiperparatiroidismo.

El tumor anaplásico de tiroides es extremadamente raro en niños, por lo cual no es parte de este informe.

Carcinomas de tiroides

Síntomas

Muchas veces los pacientes están completamente asintomáticos y se encuentra un nódulo en la tiroides como parte del control médico de rutina, o puede ser un hallazgo en algún estudio por imágenes o cirugía que se realiza con otra intención.

De presentar síntomas, los más comunes en pacientes con carcinoma papilar o folicular son: masa palpable en el cuello, dificultad para tragar, dificultad al respirar, cambios en la voz.

Los pacientes con carcinoma medular pueden desarrollar los siguientes síntomas: nódulo palpable no doloroso en los labios, párpados o lengua, disminución o ausencia de lágrimas, constipación o síndrome de Marfan (ser alto y flaco con brazos, piernas y dedos muy largos).

Ciertos factores aumentan el riesgo de padecer cáncer de tiroides:

  • Haber estado expuesto a radiación, especialmente en el área del cuello.
  • Ser diagnosticado con síndrome de neoplasias endocrinas múltiples tipo II (NEM II).
  • Tener historia familiar de cáncer de tiroides.

Diagnóstico

El diagnóstico se hace mediante los siguientes estudios:

  • Examen clínico y físico: el médico debe obtener información detallada de todos los cambios, signos y síntomas del paciente y realizar un examen físico detallado prestando especial atención a toda masa o tumoración palpable.
  • Cuando se encuentra un nódulo tiroideo el primer paso es la evaluación de la tiroides y ganglios linfáticos del cuello con una ecografía. El paso siguiente, es realizar una biopsia por aspiración con aguja fina (se obtienen muestras de distintas áreas de la tiroides mediante una aguja que inserta desde la piel del cuello a la tiroides) para establecer o descartar la presencia de células malignas.

Si no es del todo claro la presencia o ausencia de células malignas mediante este procedimiento, se debe realizar una biopsia quirúrgica (un cirujano de cuello realiza un corte en la piel del cuello para extraer el tumor).

  • Otros estudios que se realizan al momento del diagnóstico son: evaluación de hormonas tiroideas (TSH, tiroglobulina), tomografía computarizada, resonancia nuclear magnética, radiografía de tórax.

Hay ciertos factores que afectan negativamente la posibilidad de recuperación (pronóstico):

  • La edad al diagnóstico
  • Tipo de carcinoma
  • Tamaño del tumor
  • Si se diseminó a otras partes del cuerpo
  • Si el tumor fue removido en su totalidad mediante cirugía
  • El estado de salud en general del paciente.

Tratamiento

El tratamiento de los tumores tiroideos tiene que ser llevado a cabo por un equipo de médicos especialistas. Para el tratamiento de cáncer de tiroides se utilizan las siguientes modalidades:

  • Cirugía: la cual puede comprender la resección total de la tiroides (tiroidectomía) o la resección casi completa de la tiroides dejando un poco de tejido sano. Estas dos opciones pueden realizarse con o sin resección de los ganglios linfáticos del cuello. En los niños generalmente se procede con tiroidectomía total (resección total de la glándula tiroides).
  • Tratamiento con iodo radioactivo: este tratamiento a veces se utiliza en pacientes con carcinoma papilar o folicular. La finalidad es la de eliminar células malignas que no hayan podido ser quitadas con la cirugía o para tratar pacientes en los cuales no es posible hacer una cirugía. Este tratamiento utiliza iodo radioactivo que afecta solo a células que tienen capacidad de captar iodo (como las células de la tiroides). De esta manera, evita dañar otros tejidos del cuerpo.
  • Terapias dirigidas (target) son un tipo de tratamiento que utiliza drogas que identifican y atacan a un tipo de células malignas en particular. 

Estos tratamientos afectan el tejido sano de la glándula tiroides, la cual deja de tener capacidad de generar suficientes hormonas tiroideas para el normal funcionamiento del cuerpo. Por lo tanto, los pacientes tienen que ser tratados con terapia de reemplazo hormonal de por vida (se les da a los pacientes a tomar por boca hormonas tiroideas).

Seguimiento

Algunas de las evaluaciones hechas al diagnóstico (resonancia nuclear magnética, tomografía computarizada, PET scan, centellograma óseo) se repiten durante el tratamiento y después de concluido el mismo para evaluar cuánto funcionó. En base a estos resultados, el equipo médico decide si seguir, suspender o cambiar el tratamiento. Asimismo, estas evaluaciones se continúan realizando por un periodo de tiempo luego de completado el tratamiento para asegurarse de que el cáncer no reapareció.